miércoles, 8 de octubre de 2008

Me basta con ser tu bien

Aveces me gustaría escribir cursi. Tanto, como para decirte que eres mi tren, mi estación y mi dueña. Como solía decir un flaco que una noche escuché en la vieja radio de plástico y brillo azul.
Me gustaría poder hacerme el sensible y tomar un puñado de arena para construir la vereda que me deje abrazado a tus labios.
O tal vez mirar en serio las palabras escritas en tus pupilas verdes que cada día me anuncian la voz futura de nuestra vida.
Quisiera poder volver a los segundos de la primera copa de vino. A la mejor frase del juego de miradas cuando por fin dije te amo. Esa vez entre risas. Esa vez entre anuncios. Esa vez en mitad de la calle.
A veces me gustaría escribir lento. Tanto, como para que leas definitivamente el susurro brillante de mis promesas. Como alguna vez te dije. Como alguna vez me escuchaste.
Me gustaría poder caminar entre el recuerdo de tus tormentas más sagradas. Con apenas un céntimo de pena, para sembrar un sol de agua pura y dulce.
O tal vez hacerme vecino de tus sueños, para ser, hasta morirme, tu bien, tu pecado y tu sombra.
Quisiera poder volver a la esencia de la primera voz, de la última espera, de la felina presencia en la ventana.
A veces me gustaría que me entendieras. Que te preocuparas por entender que los acordes se apagan, pero siguen siendo melodía. Que hay amores para siempre. Que se toman pausas, que se dudan, pero que al final del día, con un abrazo se vuelven otra vez frescos.
El querer cuando nace de pie siempre vuelve, siempre. Auque haya días en que se pierde de puro desesperado.