martes, 26 de octubre de 2010

Cierto

Te conocí porque había una brisa íntima y cercana. Porque las palabras no se habían escrito correctamente. Te pude ver porque no había ni un solo remedio. Y aunque suene soberbio, porque tenía que ser así.
Y llegaste con las manos plagadas de historias. Con ese ramito de ilusiones del que siempre hablo. Porque te diste el tiempo de ocupar la mirada en esta vida vieja.
Te diste cuenta de que las letras de mi nombre te pueden arropar en la noche.
Llegaste con la sonrisa como espada, el pelo sofocado en tu frente, con las manos totalmente abiertas y conformes.
Te conocí porque nos esforzamos por buscar. Porque no bastaron las imágenes y las pobres letras de una página.
Para ti mi homenaje, mi voz y la potencia de mis sueños.

jueves, 21 de octubre de 2010

Relleno

Me quiero morir sentado. Mirándome los pies. Y tener la imagen última de una mano pequeña tomando la mía.
Me quiero sentar a esperar sin una gota de miedo el aliento previo al cementerio. Con dos o tres excusas para no volver a pensar.
Quiero volver por dos segundos a la niñez. Dejar por escrito mi libertad.
Quiero tomar las voces y guardarlas por el mínimo segundo de lucidez.
Después de cruzar la hipoxia y el estero de la ausencia de latidos, esperaré la calma oscura, el no ser.
Y no me vengan con historias de domingo, porque cada cual se muere como quiere.
Amén

martes, 27 de julio de 2010

La vida es "emprestá"

"La vida es emprestá" le dijo el león a la culebra. "Así no má", respondió la bicha queriendo bostezar. Y siguieron paseando por debajo del cerezo. Vino la lluvia y el frío también.
Al pasar los años, nuevamente el selvático monarca repitió la frase, esta vez con un par de dientes menos y sin la astucia de su mente joven. "La vida es emprestá", sentenció con experiencia.
Y la culebra, como antaño, lo miró y le dijo: "Así no má". Y continuaron su viaje a las verdes praderas. A mirar como mueren las estrellas.
Después de mucho invierno y otras tantas primaveras, el que fue alguna vez aprendiz de gran felino, volvió a repetir su frase: "La vida es emprestá". Ya poco se acordaba por qué la decía. No tenía su melena y la cola la tenía pelá. La serpiente lo miró con el ojo bueno que a esas alturas le quedaba y como siempre le dijo: "Así no má".
Una mañana fresca, después de mucho vivir,el león se quedó dormido y muy dormido. Tremendamente dormido, irremediablemente dormido.
Su amiga la serpiente lo miró y le susurró: "Así no má". Y en el pasto lo dejó. Lo dejó entre ramas. A los pocos días la víbora longeva se sentó a descansar. También le vino el sueño del que no se vuelve má.
En el má allá conversaron el león, la bicha y no se quién diantres má. Entonces el gato grande volvió a decir la misma payasá: "La vida es emprestá". Lo miró la culebra, un mono y dos lagartos de río. Entre todos le respondieron: "Así no má".
Ahí el león se dio cuenta de la tremenda embarrá, perdió toda la vida pensando que la vida no era ná.

martes, 27 de abril de 2010

Uno

Probando, probando...