martes, 24 de junio de 2008

En las buenas y en las malas

Había dejado esto de lado un poco sin querer y otro poco queriendo. Me deshice de las armas de la fe oscura y un poco más tranquilo me senté otra vez para escribir. Tratando de dejar en fila las letras de mi pobre ortografía.
En este último tiempo, cuando mis amigos se han muerto y otros han llegado, no parece que me debiera quedar ánimo para hablar de palabras. Pero sí. Acá otra vez.
Me dejé de confiar en los fracasos y al fin el cariño me asalta. Y de qué manera. Con unos ojos verdes, cálidos y vivos.
Recluso de sus brazos, podría volver a ser cursi con las frases.
También me han pasado otras cosas. Conocí de cerca la maldita fortuna. A la madrina de la pérdida. A la santa patrona de las lágrimas. Pero tengo más fuerza que los fríos recientes.
Lo he pasado bien también. Como en ese restorán peruano. De donde me fui sin saber quién era, cómo llegué a casa y por qué las luces de las calles, de madrugada, brillan diferente. Claro a esa hora hay muy pocas...o como dice el "Preferido", a esa hora aún no ponen las calles y por eso lo que brilla es la tierra.
Hace un año, cuando no confiaba ni en mi sombra, jamás pensé volver al camino. No tenía la potencia de tu aroma, ni las cándidas estrofas de tus besos. No... si no diré cosas tan mamonas siempre. Sólo permíteme estas líneas para marcar el epitafio de la espera.
Tu sabes... justo al despertar, lo hemos pensado...
A veces con palabras transparentes, otras con algunas más cargadas.
Te tengo dos sorpresas, un regalo y una adivinanza. Pero por ahora me quedo con tu buena mirada, que no quiere dejarme vivir en paz.

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