Cada vez me cuesta más actualizar, este, mi blog. No sólo por que Facebook se ha encargado de generarme dependencia, sino porque este espacio era básicamente una válvula de escape para muchos momentos de ABANDONO. Abandono que, por cierto, se esfumó hace mucho rato.
Había días dignos de dejar encerrados entre tanta letra. Otros fueron pausados y amorosos. Tanto, que también se ganaron un espacio.
Ahora www.devotodebach.blogspot.com (que se replica en Facebook) es más bien una nave náufraga. Entregada a la deriva. Con anclas llorosas y con capas de óxido y descuido.
Siempre pedí una estrella y una barco para navegar por este espacio de palabras y frases, a veces, medio histéricas. Al pasar el rato me di cuenta de que al escribir vamos dejando una huella más. Una forma más de que se sepa que vinimos por estos lados. Así besamos en la boca la memoria que, lo queramos o no, deberá quedar sobre este pedazo de mundo. Esa es la fórmula. Así, mientras nos recuerden viviremos.
Y eso me hace pensar en que he tratado de ser lo mejor posible. Con todos. Con mis amigos, con mis enemigos, con los que conozco mucho y con los que sólo he hablado una vez.
Desde luego que reconozco perfectamente los errores de mi carácter que a muchos pudieran aún molestarle.
Pero qué más? Soy exactamente como tengo que ser. Y todavía no me arrepiento de nada.
Mi único vicio es la pasión. El desafío íntimo de no poner ataduras a la voz, a las palabras, al corazón. Y eso, en algunas oportunidades, me genera estados en que nacen estas palabras cursis y medio vencidas.
Piensen un momento en esa persona que quieren o aman. ¿Están dispuestos a bancarse lo malo, lo triste, lo agotador de una relación con alguien que no es como esperaban que fuera en lo superficial, en lo que se ve?
Yo si puedo.
Y me adelanto a decirlo porque creo firmemente en que cuando las vidas se cruzan uno tiene el deber de ponerse en sintonía con el otro. Más allá del pellejo, de la escama, de la corteza, está quien queremos que muera a nuestro lado.
Generalmente los caracteres opuestos generan, en principio, algo de tensión que se traduce en peleas torpes y mínimas que se transforman en dramas. Eso es lo malo. Pero lo bueno es que ese disgusto no dura más de un par de minutos o una hora. Lo bueno es que al otro día, a la mañana siguiente, al rato, otra vez nos podemos reír y amar.
Se nota, y mucho, cuando uno se embarca en empresas que tienen fecha de vencimiento. Pero también se nota fuertemente cuando uno se encuentra con la parte de la vida que le faltaba (léase novi@m,pareja, espos@). Es decir, acá entra uno de mis términos favoritos: LA SIMETRIA.
Hay quienes nos hacen sentir bien. Agradados. Amados. Queridos.
Hay quienes son buenos compañeros. De esos con quienes podemos sentarnos a cantar con una guitarra y planear cosas menores. Incluso vivir un rato juntos.
Pero hay otros. Por los que yo apuesto. Los que nos dan un abrazo y el mundo desaparece. Con esos podremos pelear, disgustarnos, alejarnos, pero tienen la llave de nuestro afán. Es imposible no sentir algo raro en la guata al mirarlos. Son nuestro destino. El verdadero destino. No son estaciones intermedias medio adornadas y que simulan ser las terminales.
En fin, yo llegué a mi estación. Y eso lo tengo claro. Sólo espero que mi estación quiera acogerme por el tiempo que nos quede en esta fracción concentrada y cariñosa de realidad.
Saludos y sean felices.
1 comentario:
acogido por la estación :) te amo
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