No soy muy amigo de los balances. Quizás porque la vida es, en esencia, desbalanceada y autoritaria: se van los que queremos que se queden y se quedan los que queremos que se vayan, entre otras cosas relevantes.
En fin, este año en particular no creo que haya sido más o menos terrible, más o menos mejor. Claro, algunos me dirán: "Pa mi fue como el ajo, perdí esto o aquello, se me fue tal o cual". ......Entendible, muy entendible, considerando que hay pérdidas tan sensibles que el sólo hecho de recordarlas nos enfrentan de golpe con la nostalgia, pero es que cada año tiene su afán...o algo así dicen por ahí.
Un fin de año, estas horas mínimas para cambiar el folio, no me parecen resolutivas. Es una convención más. Una muralla entre el año viejo y el nuevo que nosotros inventamos.
Tantas veces me reí de los adeptos al "carpe diem". Pero creo que ha pasado el tiempo y ahora los entiendo un poco. Igual tienen algo de razón. Vivir pensando la existencia en bloques de horas, días y meses, nos aleja de la realidad presente. Incluso nos separa un poco de la fe. Es el segundo el valioso, el tesoro, la barrera del ser o no ser. Atesorar esos espacios divinos de fugacidad (pese a que llevas unos 40 segundos consumidos en leer esto) es lo que hay que celebrar. Feliz segundo nuevo entonces...y un 2012 también.
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