Ok, Oslo

Oslo es una ciudad como Santiago... Pero de verdad, europea, nórdica hasta el hielo de sus parques. Tiene la misma suciedad en las calles, los mismos mendigos (claro que allá son kosovares, pakistaníes, etc)y uno que otro monumento. Es la tierra de uno de mis autores preferidos: Edvar Grieg.
En fin. Caminar por la calle central de Oslo, es como ir de Mapocho hasta las puertas de La Moneda en línea recta. De hecho si uno camina desde la estación central que queda en un extremo de esa calle que comento, se llega derechiiiiito hasta el palacio real. Una casona grandota como nuestra Moneda, pero que se nota es de hace poquito. Onda 1920, no más allá.
La cosa es que al seguir caminando, en este caso hacia el sur, uno llega al parque Vigeland. Una maravilla como estos loquillos no más pueden hacer. Cientos de esculturas en bronce, mármol, granito. Dan ganas de quedarse todo el día.
Bueno de vuelta en el centro algunas tiendas de revistas, artesanías, un Hard Rock Cafe, una agencia de viajes...como que de todo hay uno. Ah y una pizzeria. La más cara a la que he entrado alguna vez. Fuimos a comer cuatro (dos pizzas, dos ensaladas, cuatro cervezas...y un jugo)y nos salió: 98 lucas chilenas. ¿Qué tal?
Una cocacola en lata dos lucrecias, el diario: tres lucas!!!! tres!!!!
Una mineral ya era más barata: luca y media...pero de medio litro no más. Un llavero de recuerdo, cinco lucas. Y qué decir de la cerveza en los bares. Nuestro tradicional shopito a OCHO LUCAS...me tuve que poner abstemio por un asunto de modelo económico nórdico desarrollado y no porque me esté haciendo papilla el hígado QUÉ LATA.
Pero lo pasé la raja. Conocí muchos lugares. Y todos lindos.
En fin todo un agrado ir a cagarse de frío a un país en que se puede pasear de noche sin temor a asaltos ni nada. El indicador anual de homicidios creo que es uno por un millón de habitantes. Nada mal considerando que acá debe ser 1 por cien mil.
Cero quejas. Noruega es un hermoso destino...para aquellos que gozan con el frío.