Si, claro, de tu amor soberano. Desde el principio del agua, hasta el bosque lento de tu almohada.
Descendiente pura de sangre y rostro. Con caminos lánguidos, pero perfectos.
Alta y casi amiga de una nube. Sin querer, con las palmas de las manos mojadas y cubiertas. Repentina como el viaje. Entérate de mi alegría.
Si, claro, de mi amor soberana. Sin hablar, porque las palabras se convierten en un haz de ruido incoloro. Más bien te prefiero sin pausa. Con una sola palabra atada a tu cuello. Quizás dos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario