Juan Larreta nació de un cuento que forjaron dos vodka tónica, media botella de vino y una tabla de quesos. Fue en una noche de lluvia en que fuimos con la Carlita a conversar de su vida y de mis ambiciones, por allá por octubre del 2006. Hacía poco que me había contactado con la que fue mi "amor de verano" y quería compartir un poco de eso también. Me refiero a la buena Montse. Que paciencia tiene esa mujer, aún hoy para atenderme el teléfono después de todo lo mal que me porté con ella.
Pero bueh, siguiendo con la historia del génesis larreteano -breve, por cierto-, al principio el sujeto de marras no tenía nombre ni nada. Larreta, era como una intención. Un aire medio envidioso que quería poner su pie en la vida de varios.
Entonces apareció el cuento aquel. El que dio vida y dejó escapar a este simulacro del alter ego que más de una vez ha asaltado este espacio.
De Larreta se saben muchas cosas. Algunas de ellas, están en la próxima entrada. Otras habrá que descubrirlas despúes.
Una sola cosa si está clara, Larreta no es completamente real, pero tampoco falso.
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