En una acogedora casona de Nancagua, vivió el eslabón perdido...muy perdido, de las familias Lezaeta y Larreta. En efecto, nuestros héroes finalmente son parientes. PARIENTES!!!!! Qué susto. En fin, en una polvorienta oficina de San Fernando apareció esta foto. Se trata de don Gerardo Crispín Alonso de Lezaeta y Larreta. Se destacó como agente aduanero, vendedor de sacos harineros, importador de té de la india, fotógrafo y escritor de novelas rosa. Desconocido escritor, por cierto, ya que sus novelas fueron descubiertas 40 años después de muerto, en un escondite secreto ubicado convenientemente bajo la taza de su baño.
Fue fundador del equipo de vadminton de Santa Cruz, "Plumillitas", y recaudador de bienes para el consulado de Bombacia, una pequeña extension de tierra que nunca conoció.
Por allá por 1915, Gerardo Crispín emigró a Boston, donde su acentuada tartamudez se agudizó aún más al no poder acomodarse a hablar en inglés. Por eso contrato a Walter Village, cono su traductor personal. Se cuenta que Village fue sorprendido en artes amatorias con la esposa de Gerardo Crispin, quien echó mano de su Colt 45 empavonada y dio un certero balazo en el bajo vientre a Village. Desde ese momento el "traductor traidor" debió despedirse de su descendencia.
Dos días despúes de Lezaeta y Larreta abandonó norteamérica y fue a refugiarse donde su antigua amiga Carmen de Lobezna y Cubertan. Una desgarbada mujer nueva rica, cuyo pasado de meretriz de las cortes francesas pocos conocían.
A poco de estar juntos, Gerardo Crispin extrañó sus tierras y volvió a Chile. En fin una lata, este gallo era una SOBERANA LATA.
Cuento corto, tuvo un par de hijos y vivió feliz.
punto
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