A ver. Recién te conozco. Recién. Pero no puedo dejar de pensar en tu mirada. En el oscuro afán de tus ojos. En el tibio lazo de tu pelo.
A ver. Recién te abrazo. Recién. Y me he tratado de armar un refugio con palabras y tu abrigo largo.
Me llamas y me gusta que lo hagas. Me escribes y me gusta leerte.
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