martes, 17 de julio de 2007

Epidemia

Pude ponerle un botón a mi suspiro, para que no lo escucharas. Pude decirte que tengo el corazón medio marginal, la cabeza enredada y las manos arrendadas.
Pero no. Preferí sumarme a la gana. A ese deseo prístino de bar de putas, de puerto profundo, de lujuria casta.
Y te seguí hablando. Desde abril a mayo. Con el acorde que más te gustaba. Te hice caso. Porque como a ellas, no me está gustando dormir sólo, pero contigo.
El invierno vive debajo de la pintura de tus paredes. Y el meridiano sol de cambio se está quedando huérfano.
Por eso ya ni veo contigo los colores. No se cómo decirte que tus caricias me quedan grandes. Cómo te puedo decir que te quiero...pero te quiero lejos.

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