Ayer silueta consentida. Hoy de carne y pimienta negra. De pelo octubre moderado por el brillo de mis uñas. Sin aire apenas. Casi sentado como a ti te gusta. Robando segundos a la noche, unas copas de vino etéreo y la música imaginaria. Volvamos a Curimón, a la plaza de amores. A las tablas de banco apuesto y noble. Dormir de mañana y tarde. De viento entre la luna y tus retinas.
Déjame remar sobre tus labios. Hacer de la espera un juego rápido. Comer de ciertas alegrías y dejar que las cortinas nuevas se abran por hambre de sol.
Consentida de cartera amplia. De rosas y conejos de chocolate. Puerta viva de mis afanes, llave plástica de mi deseo.
Pude ser mejor? Pude estar más presente? Pude dejar más cerca mi aliento a uva.
Allá en el campo te esperan, aquí en la calle corta, mis memorias.
Andes y San Felipe. Carretera sensual y manejable. Estadio de moras y crema catalana.
Respírame el olvido, atácame la frente, despéjame las manos, oriéntame los sueños.
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