Traté de cerrar el alma y el papel sellado de la última condena hizo un tope que no pude romper. Por eso quedó la brisa de lagrimas actual, pegada, inerte sobre el pelo de ráfagas de una noche más que eterna. Así, repentinamente, quedé callado, a cargo de lavar las ropas ligeras de estos años tuertos. Apenas despejado de las púas de una última palabra, me sacudí la espera, me lavé la cara y salí a buscar. Pero como siempre, no había hebra, ni canto, ni un pedazo de memoria. Acaso un poste de vendas coloridas dio cuenta de mi frente y pude ver algo más de estrellas. Ahora solo, sin que se me cargue la mirada por su perfume, estoy lamiendo un millón de cosas que no dije, que no le dije.
Si vuelve o no... ese no es el problema. Lo relevante es que será de lo que tiene que ser.
Un beso...una vez me lo robaron. Yo ni eso, ni eso. No me dejaron posibilidad de tener esperanza. No tengo un frío siquiera que me recorra la espalda. Un cero se metió en mis venas. Un "menos" cruzó mi médula. Un "pare" me azotó los pedalitos. Sin los invitados, sin la manzanita...plumazo, hombre, eso si que fue un plumazo.
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