jueves, 15 de febrero de 2007

Tierra, tierra!!!


De tanto navegar se me gastó la quilla de las manos. El mástil de la mirada fuerte se fue saliendo como esmalte viejo. Y los mil relojes del puente amargo se pararon a segundos de la noche más penosa de la vida. Tomé los cabos y cabrestantes. Hice un nudo en mi garganta con el ancla. Las llaves del vapor llovieron en mi sien. La brújula inhóspita se desarmó en mis nudillos. El mar no perdona. El olvido tampoco. Yo tampoco. Perdido y sin timón, cualquier puerto era una excusa. Cualquier isla un entusiasmo.
De tanto navegar, le saqué las ganas a las olas. Dejé que la sal se fuera toda por mis venas. Entregué algas por monedas, peces por estrellas, noches por verdades.

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