A quién quiero engañar. Si, la señorita M.L. me encanta. Y somos tan amigos que pensamos las cosas al mismo tiempo...osea eso es más que ser amigos. Eso es tener una conexión muy especial.
Estas líneas son por el tremendo fin de semana allá en el campo. En mi querida Nancagua, donde no volvía desde el verano del 96, cuando la misma señorita M.L. de entonces lindos 18 años era mi musa.
Ahora también lo es un poco. Ella y sus dos maravillosas hijas. Las quiero a las tres!!!
Ahora bien, como lo suponía, al hablar las cosa y programar más distanciadamente algunos puntos...me gané un medio reto. Pero no tengo la culpa de tener miedo al compromiso.
En Placilla, un abrazo, en Santa Cruz una promesa buscando fondas y vino.
Y allí, donde espero volver mañana para un fin de semana también intenso...bueno, el más hermoso puñado de minutos, mirando las estrellas que aprendí en Mamalluca. Y las mil frases de amor encubierto.
La verdad es que no se qué va a resultar de esto. Ni me espero un gran amor.
Lo que si tengo clarito, clarito, es que su sonrisa, su mirada y su aroma, son lo más parecido al amor platónico que dejé atrás y que en algún momento desprecié. Pero el mundo giró millones, y ahora lo que pasa no tiene que ver con decisiones. Más bien, tiene que ver con volver a creer, pese al trauma de la señorita K.M.C., en que uno puede compartir la vida cariñosamente con alguien que siempre ha demostrado ser la mujer más completamente rica y hermosa que he conocido.
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