sábado, 8 de septiembre de 2007

Mariela

Una vez más intensa. Una vez más entera. Temprano y tarde tu nombre de salva y tus besos de risa y paz.
De amigos, nada. De amantes, a la vuelta de la esquina.
Desierta y amiga soledad. Llanto sobrio y reparado.
Abrazo doblemente necesario. Nos vio la luz de la mañana, sólo un par de veces.
Otra vez de vuelta al campo. A vivirte de lejos intocable.
Cuarenta horas para amarnos. Veinte para despedirnos. Y un solo segundo eterno posado en tus labios.
Con tu caricia severa, con tu pelo errante.
Amor, amada, amiga.
Te cobraré la palabra y sin querer podría llegar a rescatarte.
Sin querer, un poco sin querer, volverás a robarme otro beso, otro abrazo, otra mirada.
Dejamos el deseo junto al cenicero. Dejamos la vida en esa cama de verdades a medias.
Sin respuesta, deja que te lleve el aire que me dejaste cuando una vez de muchas manchaste mi pupila con tu pobre deseo.
A tí, mi recuerdo, a tí mi época, a ti las más ocultas pasiones.
Dejame besar tus dedos uno por uno. Y otra vez sabrás llegar a mi casa, caminando, de la mano de tus dos estrellas. Y seré el primero en abrir la puerta de mi valioso cariño.
Te vas, pero mucho más al alba tus piernas volverán a darme el calor que desde aquellas baldosas locas comencé a reclamarte.
Te quiero. Buena suerte. Buenas noches.

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