miércoles, 28 de marzo de 2007

Visión de túnel




Me pasó hace poco. Había tomado apenas dos botellas de vino y repentinamente mi visión cambió.
Vi una luz al final de un túnel. Era como si el Magnífico o el Coludo estuvieran ahí esperando. Uno nunca sabe. En fin. La cosa es que ahi estaba yo. Ahí estaba mi formidable curadera. Creo que alcancé a apagar las cortinas, cerrar la lámpara y desenchufar la llave del agua caliente. Después de eso, las tinieblas. En medio del silencio sentía el chirrido de la cama de los vecinos, que si no la aceitan, voy a presentar una queja...¡no puede ser que ella sea tan desafinada y sus jadeos estén siempre tan desfasados con el resonar del somier!
Luego vino el gato. El de la bruja del departamento de puerta roja. El animal de un salto dio cuenta del pedazo de longaniza -de San Vicente, no de Chillán- que intentaba engullir para reconciliar mi apetito con el repentino bajón que me vino. Como estaba oscuro, en realidad, presumo que fue el gato. O quizás la longa rodó por mis manos y está escondidad aún bajo la cama.
Apenas dos botellas de vino. Ah claro y un par de cervezas. Es que los taninos me dejan la lengua sensible. Por eso nada mejor que el producto de la cebada para exfoliar la cavidad bucal.
Bueno, como decía, estaba en medio de esta curadera y ...¡ah si! vi un túnel. Y bueno después de que no pude resistir más me fui por él. Subí, subí, subí... y luego bajé. bajé y bajé. Y al final vi una luz azul. Al lado de la luz, sin anestesia, estaba Larreta.
¡Larreta!
Para que luego no digan que el infierno no existe.
PL

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